No es lugar para pensadores

Sólo el tiempo cura un desplante así:


Si el humor lo definieron como tragedia + tiempo, no anda lejos una definición similar para las protestas en el ámbito del deporte de élite. 

Nunca se han aceptado ni se aceptarán. Es tan literalmente irracional el sentimiento de apego a unos colores, una camiseta, una bandera o un himno; son tan altas (tan hondas) las trincheras que nada nos dejará ver un más allá entre amigos y enemigos.

Por eso estos días sólo hay dos opciones, o hacerte hincha de los 49ers y comprarle a tu hijo la camiseta de Kaepernick o hacer con la misma una barbacoa a la sombra de una enorme bandera tatuada de barras y estrellas. Todo esto sin tener en cuenta que siempre fuiste de los Cowboys de Dallas, sin tener en cuenta el color de tu piel, sin tener en cuenta el barrio en el que vives ni el puesto de trabajo al que acudes día a día. Nada vale. Estás con el país o en su contra. Fin del debate, lo demás son horas de relleno para tertulias.

Cuadernos de pensamiento libre I: El Iceberg

Inauguro esta sección (no sabemos si tendrá una entrada, tres o veinte) con dos propósitos:

  1. Ser más escueto en los sermones (he estado leyendo alguna de mis reflexiones y son largas, tediosas, y alguna vez enrevesadas).
  2. Intentar sentar las bases de una corriente de pensamiento libre que sea cooperativa. Es decir, yo suelto la bomba y el que quiera que opine, rebata, recomiende un libro o simplemente dé su opinión (recuerden que las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno). Dicho esto, quiero recalcar que esto es simplemente una llamada de auxilio de alguien que no es lo suficientemente inteligente para comprender el mundo de hoy o el de mañana. No penséis que esto es un experimento sociológico ni nada por el estilo, no tengo tiempo para tamaños propósitos.

Dicho esto, comenzamos por la teoría del iceberg (marca registrada), espero que el viaje sea largo y, sobre todo, nos dé qué pensar.

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Patas de caballo, corazón de ballena

Nunca me había ocurrido, la verdad, nunca le había deseado feliz cumpleaños a alguien, con el clásico “que cumplas muchos más”, y errar el tiro. Pues parece, por macabro que suene, que para todo hay una primera vez. A Jonah Lomu le felicité el cumpleaños y le deseé muchos años de salud, o al menos de pelea contra la enfermedad que asolaba los riñones, y no ha podido ser. Sigue leyendo

Sócrates en el pasillo

Siempre había una tontería que hacer, una pelota de papel que tirar o un techo que llenar de diminutos proyectiles babeados, usando el canuto de un boli Bic como cañón de precisión. Siempre nos pillaban, siempre. Éramos imbéciles, teníamos excusa: lucíamos unos recién estrenados 16 años que Gallardón decidió hacer inútiles subiendo la edad de entrada a los bares (de verdad) a 18 años.

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El horror en los tiempos de las redes sociales

Aun a riesgo de ser un monsergas, creo que las circunstancias lo requieren. Ayer, después de criticar nuestro doble rasero al horrorizarnos con el drama sirio mientras hemos permanecido impasibles, durante años, frente al goteo mortal en el estrecho; apareció una foto de un niño muerto a las orillas del mar. Una instantánea que nos golpeó en la boca del estómago y nos hizo clamar al cielo (de las redes sociales). Sigue leyendo

Welcome Refugees

Recuerdo, hace no muchas semanas, como una batalla campal en Salou entre manteros y policías abrió todos los telediarios. El aroma que deprendían todas las crónicas era el mismo: Subsaharianos que vienen a montar gresca. Parecía poco menos que la manta llena de bolsos de imitación, películas piratas, sombreros y gafas de colores; no era más que la tapadera de una red organizada de delincuencia y narcotráfico. Sigue leyendo